Que sentimiento se
expone ante el sufrir de una familia que inesperadamente pierde a un ser
querido.
Que angustia pasa aquel
que frente a ellos se pone y les vende un funeral que no quieren.
Nadie sabe que angustia
se pasa al pronunciar cada una de las palabras que dan forma a las preguntas
que con sufrir expongo.
Qué situación ver derrumbarse a un padre, a una
madre, a un hijo, un hermano frente a mí, esperando sin asumir la perdida, que
yo, les ofrezca todo aquello que necesitan para decir el último adiós.
Nadie sabe lo que se
sufre al ver sufrir, nadie sabe lo que duele moralmente el acicalar el cuerpo
que inerte en un ataúd está esperando ser expuesto en el último escaparate de
la vida.
Nadie tenga que pasar
por el oscuro mundo de la muerte si no está muerto.
Nadie tenga que vender
por dinero lo que yo, el último momento que dura veinticuatro horas y que en
vida nadie quiere, pero una vez muerto, se lo ofrezco yo.